Capitulo 7- En las orillas de la soledad

En el momento que pensamos en la separación de los seres que amamos, surge en nosotros la resistencia o sentimientos de tristeza, ansiedad, o inseguridad. La separación nos hace conscientes de nuestros apegos y amor por las personas de las que no quisiéramos apartarnos.

  Es natural nuestra desconfianza en un amor que no mantiene el contacto físico con la persona, y esta es la prueba suprema del amor. La distancia y el tiempo son el gran desafío de las relaciones, solo la perseverancia de alimentar ese amor en el interior puede hacer al amor perdurable.  Sabemos que al perder el contacto físico con los seres que amamos, renunciamos a la consolación que nos dan sus abrazos, su sonrisa, el contacto directo que de alguna manera nos vincula en su cercanía.  El pensar estar lejos de esa consolación nos llena de miedo de perder la relación, aun a pesar de poder mantener con la persona algún otro tipo de contacto, el teléfono o el Internet.

Encontrarse a solas con uno mismo puede inspirar temor, por el miedo a descubrir nuestras contradicciones e incoherencias, nuestra mentira y mediocridad o nuestras frustraciones mas profundas. Por eso, lo importante no es solo analizarse, SINO DESCUBRIR LA PRESENCIA AMOROSA DEL ESPIRITU DE DIOS QUE NOS HABITA, NOS SOSTIENE, NOS ACOGE COMO SOMOS Y NOS INVITA A VIVIR.

  Estamos en este capitulo caminando en la soledad que se experimenta en la noche oscura  de la que hablábamos en el capitulo anterior. Una soledad que no es amarga ni desesperante, como la que experimentan muchos al suicidarse. No! Aquí hablamos de una soledad que nos deja un sentimiento de anhelo y que es extrañamente bella. Es una soledad que nos orilla hacia el amor, y su recuerdo nos endulza la amargura que nos deja la tristeza de la separación, algo  contradictorio;  sentirse solo pero saberse acompañado. Miedosa caminaba sin ver al Pastor pero sabiendo que el estaba cerca y que su amor le haría venir en cualquier momento que ella clamara por su ayuda.

  La lección que nos enseña Jesús al ascender a los cielos y dejarnos la consolación de su Espíritu Santo, es  de confiar en el amor que permanece a pesar de todo. El amor nos hace acercarnos a las personas que amamos aun cuando han muerto; quedan tan cerca de nosotros que es difícil encontrarlas; permanecen dentro de nosotros, en nuestra memorias, en nuestros sentimientos, cuando no dejamos  que nuestra memoria se bloquee y olvide. Aprendemos a escucharles a través de nuestros recuerdos y ese amor se hace vivo de nuevo al revivir el pasado; este es el consuelo en la soledad . Jesús nos da la esperanza: “Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos” (Mateo 28,20). No nos ha dejado huérfanos, esa es la bendición que nos da la fuerza de la fe, para confiar en su amor que perdura y permanece para siempre.  San Pablo nos dice si Jesús no hubiera resucitado, nosotros seriamos los mas desgraciados sobre la tierra, porque vana seria nuestra fe; pero gracias a la resurrección, vivimos con esperanza .  Porque no creemos en un muerto sino en Jesús que vive en nosotros que le amamos y en todos los que le pertenecen.

Miedosa se queda con el consuelo de esa promesa: “Siempre que me llames vendré a ti”.  Confiando que sus acompañantes la guíen bajo la dirección del Pastor, ella puede soportar la soledad.

Me encanta el detalle de libro que nos cuenta sobre  Miedosa observando el mar desde el peñasco;  ella observaba la vaciedad de la bahía, cuando la marea subió, ese mismo lugar tenía una fuerza impresionante de las olas que rugían. ¡Que lecciones tan maravillosas nos da Dios a través de la naturaleza, cuando estamos atentos a su mensaje! ¡Cuanto aprendemos de la vida al observar sus detalles! Miedosa se lleno de esperanza  y paciencia en su soledad al mirar como el mar transformó todo en unas horas; lo que estaba vacío y seco, se llenó hasta desbordar.

Así es nuestro camino espiritual, pasa de la llenura a la vaciedad, del consuelo a la desolación y del gozo al llanto. La noche oscura de fuerte desolación nos hace crecer en la paciencia y la perseverancia, mientras esperamos volver a ser llenados; todo es cuestión de tiempo. “Oh Dios, tú hiciste llover en abundancia; tu pueblo estaba agotado, y tú le diste fuerza. Tu pueblo se estableció allí. Tú, oh Dios, por tu bondad, le diste al pobre lo necesario.” (Salmo 68,9-10).

San Ignacio de Loyola nos enseña sobre el discernimiento para “buscar y hallar la voluntad divina”,  sobre todo en el tiempo de prueba. Se trata de observar nuestras “mociones” o movimientos interiores, es decir nuestras reacciones en los sentimientos, en el entendimiento o en nuestra voluntad, al enfrentarnos a diferentes experiencias o lo que vivimos en nuestro tiempo de oración. El Padre Alberto Ibáñez S.J., fundador de la Comunidad de Convivencias con Dios, hizo folletos muy prácticos para quienes participan de sus retiros espirituales (convivencias). Les comparto parte del folleto de Consolación- Desolación que nos ayuda a reconocer los síntomas de la desolación:

   

  Miedosa había superando la prueba anterior  en el desierto y experimentó una seguridad en si misma que nunca había tenido, pero al enfrentarse nuevamente a la tentación :

-El orgullo le dice: “Todos se burlan de ti que eres una tonta”.

-El resentimiento le induce a pensar mal del Pastor diciéndole: “Tu le das tu vida y el te ofrece sufrimiento ¿porque te dejas?”

-La amargura le dice: Te irá mal si le sigues, te abandonará  en una cruz.

-La  autocompasión le dice:  “Tienes derecho a sentir pena por ti, el  pastor se deleita en hacerte sufrir, herirte y machacarte”.

La trampa que le puso  Autocompasión, es la mas sutil, la misma que uso la serpiente con Adán y Eva, el engaño; hacer parecer algo bueno  como malo, para crearle la duda, e insertar con su veneno la desconfianza; “No es cierto, no morirán, si comen del fruto sabrán lo que es bueno y malo, serán como Dioses”. Su táctica fue decirles una mentira (“no morirán”) y una verdad (“sabrán lo que es bueno y malo”) que les llevaron a la CONFUSION.  Miedosa se enfrenta a la tentación y el enemigo la confunde con una mentira ( “se deleita en hacerte sufrir”) y una verdad (“te machacara como el trigo”).

En el momento de la tentación, es cuando debemos ejercer el don del discernimiento para saber elegir la voluntad de Dios y reconocer la verdad.

Es importante en la desolación analizar las causas de ésta. La tentación la provoca el espíritu malo, pero nuestro espíritu humano tiene la libertad de actuar  de manera que la aproveche para su purificación y crecimiento en la virtud.  Dios permite la prueba para nuestra gracia, no para nuestra desgracia, y todo depende de nuestro discernimiento para “olfatear” al enemigo y ejercer nuestra voluntad para decir NO ante la tentación, huyendo y alejándonos de ella. Miedosa clama al Señor por su liberación, y una vez más, su Pastor no la defrauda y la rescata. Pero le advierte que no se deje llevar por la impaciencia en la prueba y que es importante mantener la aceptación con gozo. ¡Esta es una nueva lección de confianza, tolerancia y paciencia que nos ayudara a vencer al enemigo!

“Tres veces le he pedido al Señor que me quite ese sufrimiento;  pero el Señor me ha dicho: "Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad." Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy”(2 Cor 12,9).

Bendiciones

Ana María